Camilo J. Cela Conde lidera el estudio sobre qué áreas del cerebro reaccionan ante la belleza y como estas cambian a lo largo del tiempo de la percepción
La revista norteamericana Proceedings of the National Academy of Sciences ( PNAS), una de las tres revistas con mayor impacto entre las publicaciones científicas internacionales en ciencias interdisciplinarias, publica el artículo «Dynamics of brain networks in the aesthetic appreciation», que refleja el trabajo del grupo de investigadores sobre las áreas del cerebro que reaccionan ante la belleza y como éstas cambian a lo largo del tiempo de la percepción.
Este proceso tan rápido de apreciación de la belleza coincide con lo que los especialistas llaman «momento ¡ajá!». El momento ¡ajá! es el proceso mental que conduce a la solución súbita de un problema sin ponerle atención y es conocido porque tiene relación con la red cerebral que se activa en el cerebro durante el estado de reposo (red por defecto o en inglés “Default Network”). La red estética identificada ahora por los investigadores del EvoCog (IFISC, UIB), el IFISC (UIB-CSIC) y el Centro de Tecnologías Biomédicas (CTB) coincide en buena parte con la red por defecto.
Ya el año 2004, cuatro artículos piones inauguraron la ciencia de la neuroestética poniendo de manifiesto la activación de determinadas áreas cerebrales cuando se lleva a cabo la tarea de apreciar la belleza de un estímulo visual, ya sea una escultura, un cuadro o un paisaje. El mismo grupo que realizó el primero de estos trabajos, publicado en la revista PNAS, ha vuelto a abrir un nuevo ámbito de investigación indicando, como primicia mundial, no solo cuales son las áreas cerebrales que se activan y como se conectan funcionalmente (las llamadas redes cerebrales activadas) en la apreciación de la belleza sino también cómo cambian a lo largo del tiempo que dura la percepción estética inmediata.
El proyecto lo ha dirigido Camilio J. Cela Conde desde el grupo EvoCog, unidad asociada del IFISC (Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos; Universidad de las Illes Balears - Consejo Superior de Investigaciones Científicas), y han participado en él otros investigadores del IFISC y del CTB (Centro de Tecnología Biomédica; Universidad Politécnica de Madrid): Claudio Mirasso, José Ramasco, Enric Munar, Albert Flexas, Juan García Prieto, Ricardo Bajo, Fernando Maestú y Francisco del Pozo.
El estudio
En el experimento se proyectaron a los participantes, una tras otra, 400 estampas que cubrían una gama ancha de estilos artísticos -como lo son los cuadros proporcionados por el Museo del Prado de Madrid-,dibujos decorativos y fotografías de lo natural. El participante, ante cada estímulo, indicava si le resultaba bello o no. Su primer proceso mental tenía lugar en un periodo de tiempo muy breve, de cerca de 750 milisegundos, y llevaba a estimular probablemente de forma casi inconsciente, bajo impulsos emocionales, la belleza de la estampa proyectada. En un periodo inmediatamente posterior, entre los 1.000 y 1.500 milisegundos desde la presentación de la imagen, las redes cerebrales del sujeto experimental sufrían un cambio completo respeto a las propias de esta etapa inicial. Ante los estímulos considerados como «bellos», los participantes activaban lo que los autores denominan «red estética retardada», que convierte en plenamente conscientes los diferentes aspectos -colorido, forma, distribución de la escena- capaces de justificar su decisión. Este proceso tan rápido de apreciación de la belleza coincide con lo que los especialistas llaman «momento ¡ajá!».
Los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes en el experimento mediante la técnica MEG (magnetoencefalografía), a través de una máquina que detecta los campos magnéticos generados por la actividad de las neuronas.
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Fecha de publicación: 11/06/2013