Hablamos de... Ramon Llull

La doctora Maria Isabel Ripoll, directora de la Cátedra Ramon Llull nos glosa la figura de Ramon Llull

¿Os habéis fijado en el escudo de la Universidad de las Illes Balears? Si le echáis una ojeada distinguiréis en él una media luna girada haca abajo. ¿Sabéis cuál es su origen?

Para ponerle un poco de luz, nos debemos remontar a la edad media, cuando Mallorca era el centro del Mediterráneo y era, sobretodo, un punto de confluencia de las tres culturas monoteístas del momento. En tal contexto, a mediados de siglo XIII entra en escena uno de los personajes de mayor relevancia en la historia del pensamiento europeo: Ramon Llull. Sobre esta figura caudal de nuestra cultura se han hecho estudios complejos, se ha editado su obra y se han destacado numerosas características suyas. También lo han reformulado según varios intereses, le han mitificado, y se han hecho lecturas suyas muy alejadas del legado que realmente dejó. ¿Quién fue este personaje?

Ramon Llull nació en la ciudad de Palma, acabada de conquistar por las tropas del rey Jaume I. No sabemos exactamente su fecha de nacimiento, que hay que situar entre 1232 y 1235.

Sí que se sabe, en cambio, que formó parte de la corte real del Mallorca y que durante aquella época se dedicó, como buen cortesano, al cultivo poético. Asimismo, el 1257 fue casado con la dama Blanca Picany, con quien tuvo al menos dos hijos: Domingo y Magdalena.

Cuando llegó a la treintena, padeció una fuerte crisis psicológica. Cuenta el mismo en Vida coetània (una autobiografía dictada en 1311) que durante cinco noches se le apareció la imagen del Santo Cristo crucificado, mientras Ramon, solo en la cámara, componía un poema para una dama que, naturalmente y como marcaban los cánones de los trovadores, no era su esposa. La visión le golpeó profundamente y le incitó a cambiar radicalmente de forma de vida. A partir de aquel momento, el servicio a Cristo fue el objetivo que determinó toda su vida, un servicio que Llull fundamentó en tres ejes: primero, escribir el «mejor libro del mundo» contra los errores de los infieles; segundo, ir directamente a convertir a los infieles; y tercero, entrevistarse con reyes y papas para convencerles que fundasen escuelas donde se enseñasen las lenguas para poder convertir a musulmanes y judíos.

Desde entonces, la vida de nuestro autor estuvo determinada por estos objetivos. Para hacerlos efectivos, dejó a su mujer y a sus hijos (aunque nunca perdió el contacto con ellos) y subió a Randa, donde Dios mismo le ilustró la mente sobre como debía hacer aquel «mejor libro del mundo», es decir, le fue revelada la famosa «Art». Necesitaba, recorriendo a este argumento divino, justificar y legitimar el conocimiento que había adquirido, a lo largo de nueve años, de manera totalmente autodidacta.

Se iniciaba, así, la formulación del Arte, un complejo sistema apologético para convencer al infiel de la verdad de la fe cristiana, no por autoridad, como se había intentado hacer hasta entonces, sino argumentadamente con «razones necesarias». Muy pronto, y por la naturaleza de los principios que lo regían, este mecanismo se convirtió en una herramienta para conocer la realidad, se convirtió en una ciencia de ciencias.

 La elaboración del Art, que se deja entrever en el inaugural Llibre de contemplació (aprox. 1274-76), determinó la actividad frenética que emprendió Llull: desde Mallorca partió hacia Barcelona, Montpeller, París, Génova, Roma, Tunez, Chipre, Armenia Menor, Bugía, Marsella, Mesina, Piza. Se entrevistó con cinco papas, con tres reyes, con cádices musulmanes, con los intelectuales de Sorbona y los cartujanos de Vauvert... Todo para convencer al mundo de los beneficios del Arte.

El Art era el fundamento del «mejor llibro del mundo». Este «mejor llibro del mundo» contra los errores de los infieles es, de hecho, todo el corpus liteario, que comprende cerca de 260 obras en las que reformula el Art. Esta cantidad ingente de títulos conocidos da cuenta de la fuerte preocupación que Ramon Llull tenía por difundirla por todo el mundo, no solo entre las élites intelectuales sino, sobretodo, entre los laicos que comenzaban a tener acceso a la lectura. Es en este sentido que hay que entender la dedicación de algunas obras a su hijo (utilizando un recurso propio de la literatura de momento), la redacción de las dos grandes novelas (el Llibre d’Evast e Blaquerna y el Fèlix o Llibre de meravelles), o la composición de formas poéticas (el conocidísimo Desconhort, las Hores de santa Maria, o el Pecat d’Adam). En todas las cerca de 300 obras flota el Art, aunque siempre se adapta formalmente al público al que se dirige.

Esta misma voluntad de adaptación y de difusión provocó otro hecho insólito en el contexto cultural medieval: la selección de la lengua según la elección del público. Llull compuso su obra en catalán, latín y árabe. De momento, aunque no han salido a la luz las muestras en lengua árabe (¿Quién se anima a buscarlas?. Las mayoría de las obras fueron escritas originariamente en catalán y traducidas posteriormente al latín por el propio Llull. Solo un porcentaje pequeño de la producción fue hecho o solo en catalán o solo en latín.

La recepción de nuestro autor ha conocido diferentes momentos a lo largo de la historia. Muy poco tiempo después de su muerte, sucedida a finales de 1315 o a principos de 1316, se creó un grupo de seguidores en Valencia. Por aquellas mismas fechas, el inquisidor geronés Nicolau Emeric emprendió una cruzada feroz contra cualquier texto que oliese a Ramon Llull. En cambio, la casa real catalana se mostró favorable a Llull, tanto en vida como tras la muerte de maestro Ramon. Durante el Renaciomiento europeo la obra luliana fue difundida en Italia (especialmente por Nicolau de Cusa) y en Castilla (el cardenal Cisneros fundó una cátedra luliana en la Universidad de Alcalá, Felipe II era defensor de la causa luliana y el arquitecto del Escorial, Juan de Herrera, conocía el Arte). Filósofos de primera magnitud como Descartes o Leibniz habían leído la obra de Ramon Llull, y en Alemania, Ivo Salzinger emprendió, a finales del siglo XVIII, la edición de la obra latina.

Volviendo a Mallorca, Ramon Llull ha sido considerado como el padre de la cultura isleña, hecho que se ha reflejado a lo largo del tiempo. Muy pronto empezaron a circular copias de sus obras entre las clases medianamente cultas de la isla. También durante el Renacimiento se fundaron diversas cátedras lulianas, promovidas por Agnès de Pacs y por Beatriu de Pinós, desde las cuales se cultivaba la enseñanza del Art. El Estudi General Lul·lià, centro de enseñanza superior creado el 1483 por privilegio real y con patronaje del Gran i General Consell, se convirtió en el núcleo de propagación del pensamiento luliano, y se convertiría, ya en el siglo XVII, en la Universitat Lul·liana de Mallorca, en la insignia de la que se representa la imagen de Ramon Llull. Durante los siglos XIX y XX, los  intelectuales del Renacimiento recuperaban a Llull como fundador de las letras catalanas.

Esta tradición luliana es la que permanece y la que identifica actualmente a la Universidad de las Illes Balears, una tradición que recordamos con la media luna de nuestro escudo: la media luna del escudo heráldico de la noble familia Llull.

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Fecha de publicación: Wed Nov 27 11:28:00 CET 2013